—Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogénito?
—Véndeme entonces los derechos bajo juramento —insistió Jacob.
Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas.
Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor.» Génesis 25:32-34 NVI

Así como Dios alimentó a Elías con un cuervo (leer 1 Reyes 17), Dios bendice a Su pueblo de diferentes maneras y a través de diferentes medios. El problema está en el corazón no agradecido, avaro, impaciente, de quien recibe la bendición. Ese corazón que está más interesado en «el hoy» que en la eternidad con Dios. El Señor sabía esto y por ello dijo «Dios sabe lo que ustedes necesitan, pero ustedes, busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido» (paráfrasis Mateo 6:33). Jesús también advirtió que en los últimos tiempos vendría la apostasía (negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo, así como sus enseñanzas). Esta apostasía se manifiesta cuando se niega a Jesús como ÚNICO salvador y Dios; así también cuando los cristianos niegan el nombre de Jesucristo directamente por las persecuciones, o indirectamente por «conveniencia». Debes cuidar tu primogenitura.

Esaú (al igual que Caín, Sansón, Saúl) despreció a Dios, a lo que era importante para Dios. Despreció la provisión de Dios a su vida. Para muchos cristianos este evento de «tener hambre» se puede traducir en  «necesito dinero«, «necesito una casa«, «necesito un empleo«, «deseo un auto nuevo«, «abrir un negocio«, «una beca«, «una pensión«… Y terminan cambiando la «primogenitura espiritual eterna» por la CONVENIENCIA HOY de «algo material y pasajero«, que incluso lleva al cristiano a participar y aprobar los pecado de otros. Los principios de Dios son eternos, inalienables, incorruptibles, inseparables, verdaderos y únicos. Pero pueden ser desobedecidos consciente e inconscientemente. Como cristianos, la conciencia de la Verdad de Dios es lo que debe guiar, exhortar y animar. Pero la manipulación a conveniencia de esta verdad traerá, definitivamente, consecuencias dolorosas muchas veces irreparables, a quien desobedece así como a su entorno: familias, sociedades, naciones.




Cuando Dios exhorta a Su Pueblo, lo hace directamente por el Espíritu Santo, a través de las Escrituras, de las circunstancias, o de un profeta. La advertencia es precisa y directa, por lo general: dejar el pecado y volver a la santidad. Cada cristiano, conforme a sus convicciones, prácticas y cercanía con el Señor, podrá corregir a tiempo. Si no lo hace, ninguna excusa será suficiente para justificarse delante de Dios. Es por ello que resulta imprescindible la lectura y estudio de las Escrituras, la meditación, la memorización; una vida en santidad, la transformación del carácter acorde al de Jesús y el cumplimiento del Gran Mandamiento y la Gran Comisión.

Para reconocer si estás practicando «el desprecio de tu primogenitura» como cristiano, chequea tus convicciones contra los mandamientos de Dios. Aquí hay una lista de chequeo obtenida de Gálatas:

«Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien:
inmoralidad sexual,
impureza y libertinaje;
idolatría y brujería;
odio, discordia, celos,
arrebatos de ira,
rivalidades, disensiones,
sectarismos y envidia;
borracheras, orgías, y otras cosas parecidas.»

Si eres salvo y tienes el Espíritu Santo guiándote será sencillo reconocer la voz de Dios confirmando que estás viviendo acorde a Su Palabra, o por el contrario que debes renunciar a tu pecado inmediatamente y ajustarte a Su voluntad. Recuerda que Dios puede alimentarte a través de un cuervo, o a través de otras personas; pero no idolatres el medio como Dios te bendice. Bendice al Creador y se agradecido con ÉL. Haz lo correcto, regresa a tu Dios, honra tu primogenitura.

«Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos; y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor. Después, como ya saben, cuando quiso heredar esa bendición, fue rechazado: No se le dio lugar para el arrepentimiento, aunque con lágrimas buscó la bendición.» Hebreos 12:15-17 NVI




Compártelo
Share

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Share

Utilizamos cookies para garantizar que le brindamos la mejor experiencia en nuestro sitio web.