“Samuel respondió: ¿Qué le agrada más al SEÑOR: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que obedezca lo que él dice? El obedecer es más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros” 1 Samuel 15:22
La naturaleza humana, o sea sus sentidos, tienen gran poder sobre cada persona. Por años se ha sembrado en ellos y en un momento, piden ser cosechados. Algunos les llaman debilidades, otros son áreas de pecado. En cualquier caso, no hay excusas creíbles para justificar desobedecer a la voluntad de Dios pues esta es desagradable a Sus ojos.
Las causas principales para una vida apartada de Dios y en pecado son el desconocer los principios de Dios expresados en Su Palabra y las excusas que solo pretenden justificar nuestros actos contrarios a Dios. Estas excusas llegan a hacerse fortalezas en la vida de quienes las practican. Les hacen insensibles y hasta esclavos que no los permite reconocer la verdadera voluntad del Padre para sus vidas. Un ejemplo clásico en Las Escrituras es el rey Saúl. Fue un desobediente incansable, se centraba en dar excusas constantes ante su pecado. Por ello obtuvo resultados nefastos, no sólo para sí mismo con el rechazo de Dios a su cargo como rey, sino incluso resultados negativos para todo el pueblo.
No más excusas
Tus “debilidades” o pecados afectan a otros también, necesitas ser consciente de ello. ¿Has visto como muchos hijos se parecen a sus padres en lo malo? ¿Y cómo muchas hijas repiten las debilidades de sus madres?
A lo largo de su vida, Saúl sólo dio excusas por sus actos errados, no asumió su pecado de manera responsable, y fue así como quedó en la historia: como un rey desechado por Dios por su consciente y constante desobediencia.
“La Palabra del SEÑOR vino a Samuel” v.10
¿Conoces la voluntad de Dios para tu vida?¿Reconoces tu pecado, tus debilidades? Si sigues caminando en dirección contraria a Dios, te encontrarás con ÉL y con su disciplina. Para evitar las excusas en tu vida debes tener un oído entrenado a la voz de Dios, como lo tenía Samuel. Búscale, conócele, ámale, obedécele. No hay ninguna excusa creíble para no conocerle, pues él ya te ha demostrado Su amor en la Cruz del Calvario. No hay ninguna excusa para desobedecerle, pues su voluntad perfecta está expresada en Su Palabra.
SEÑOR quiero responsabilizarme por mi vida, por mis actos, por mis pensamientos, por los deseos de mi carne. No quiero culpar a más nadie ni a las circunstancias, no quiero tener más excusas, ayúdame a agradarte, transforma mi vida según tu voluntad, dame oídos que logren identificar cuando eres tú quien me está hablando. Y dame la sensatez para obedecerte sin excusas.
*Devocional escrito por Engelbert Gonzalez. Tomado del 26/04/2006. Reeditado noviembre 2018.